Nuestras historias


Aquí os dejaremos capítulos de historias que vayamos escribiendo nosotras. Cuando los vayamos teniendo, los iremos publicando.
Arumi & Alaia.

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SANDRA: LAS AMIGAS DE VERDAD SON PARA SIEMPRE.

CAPÍTULO 0.

Hola, mi nombre es Sandra. Tengo 16 años. Hace un año que fallecí en un incendio que hubo en el instituto de mi pueblo. Yo llevaba una vida tranquila en mi casa con mis padres y mi hermanita de cinco años. Yo estoy muerta, pero desde hace un tiempo sigo vagando por aquí en forma de espíritu protegiendo a las personas que me importan, y que me echan de menos. Desde hace un año, se sigue investigando mi caso, pero todavía no se a encontrado al culpable del incendio. Yo, pienso descubrir quién es, y juro, que me vengaré de ella.


CAPÍTULO 1.

Hoy, me he encontrado a mi mejor amiga llorando en el cuarto de baño de su casa, con una foto en la que salíamos las dos entre las manos, pegadas al corazón. Al principio se me partía el corazón escucharla llorar así. Un rato más tarde, empezó a hablar, diciendo que porqué le había hecho esto, que no era justo que le hubiera dejado sola. Yo, he intentado consolarla de alguna manera, pero luego he recordado que nadie puede ni verme ni oírme. De repente, cuando habían pasado algunos minutos, Irene, dijo:
- Juro, que hoy yo, Irene, haré lo imposible, para descubrir quién se encargó de la muerte de Sandra.
De repente, me entró un miedo tremendo, porque conocía a Irene lo bastante bien como para saber que es una cabezota, y que como se empeñe en algo, no para hasta conseguirlo.
Ya no pude aguantar más. Me tuve que ir. Estuve vagando un buen rato por las calles, viendo rostros que conocía, que no conocía, de esa vida que en este mismo instante, eché terriblemente de menos. Todo lo que había vivido hasta ahora, me parecía muy lejano. Todos pensareis: “ Pero si eres un espíritu no tienes de qué preocuparte ¿no?” Pues bien, os equivocáis pero desde lejos. Cada uno tiene sus propios problemas, sus propias preocupaciones... y todos intentamos velar por nuestros seres queridos. Además, tenemos que cuidarnos muy bien, pues no todos los espíritus son dóciles, hay espíritus que en lo único que piensan es en matarte. Muchos diréis: “Eso es imposible, puesto que ya estáis muertos”. Tenéis razón en cierta parte, pues no se nos puede matar físicamente pero sí moralmente. Como veis nuestra vida no es tan sencilla como vosotros pensáis.
Ahora, volviendo a lo que estábamos. Iba vagando por las calles, viendo muchos rostros. Unos conocidos, otros no. De repente, vi un rostro que me resultaba tremendamente conocido, pero en ese momento, alguien gritó mi nombre.
- ¡ Sandra! ¡Sandra!
Esa voz me resultaba muy conocida, cuando de repente caí en la cuenta. Era la voz de Irene. Mi mejor amiga. Mi mejor consejera. Estaba segura, era ella y me estaba viendo y oyendo. Me dí la vuelta, y la miré.
- ¿Irene? ¿Eres tú? ¿Cómo es que puedes verme? ¿Y oírme? Hay varias cosas que no me has contado ¿verdad?
-¡Sandra! Sabía que eras tú, te he visto esa camiseta un montón de veces. Para de hacerme tantas preguntas y vamos a mi casa. Allí podemos hablar con tranquilidad. Además, la gente está empezando a pensar que estoy loca ¡Para ellos estoy hablando sola!
Hicimos el famoso camino hacia la casa de Irene. Había hecho tantas veces ese recorrido... Durante todo el trayecto, ninguna de las dos dijo nada, ella porque la iban a tomar por loca, y yo porque no podía hablar del asombro, además se me había hecho un nudo en la garganta.
Por fin, llegamos a su casa. Entramos al salón e Irene me invitó a sentarme en el sillón.
- Bueno, dije yo. ¿Qué es eso que me tienes que contar? ¿Cómo es que puedes verme? ¿Y cómo es que....?
- Sandra para, para. Sigues igual que siempre. No has cambiado nada. En cuanto te pones nerviosa empiezas a hablar sin parar. Haber, esto no es nada fácil para mí, no he hablado de esto con nadie, ni siquiera con madre. Como siempre tu eres la primera en saberlo. Esto ocurrió pasados unos meses de que muriera mi abuela, de eso hace ya dos años exactamente. Entre su testamento, dejó un diario, del que casualmente yo tenía esa llave, pues me la había dado ella días antes. Sólo lo podía abrir yo, y además mi abuela expresó muy claramente que no lo debía leer o abrir nadie que no fuera yo.
- Haber, ¿me estás diciendo que me puedes ver por culpa de un diario? dije yo interrumpiéndola.
-¿Me vas a dejar terminar? Cuando me dieron el diario, y me explicaron lo que pasaba, en cuanto me quedé sola, probé a abrir el diario. Y, efectivamente se abrió. En él, había unas explicaciones un tanto raras sobre fantasmas y espíritus. En la cuarta hoja, había una hoja escrita por mi abuela de su puño y letra, en la que me explicaba (y todavía no sé cómo llegó a averiguar que yo también tenía su don) que ella veía o podía hablar con fantasmas, y que yo había heredado su don. Yo, la chica rara de la familia, la menos afortunada, había heredado un don que estaba segura de que era único en el mundo. Al principio no quería creerlo, pero con el paso del tiempo, me dí cuenta de que mi abuela tenía razón. Entonces fue cuando empecé a leer detenidamente el diario, y empecé a comprender algunas cosas que no vienen al caso.
Dicho esto, Irene cogió aire y soltó un gran suspiro mirándome.
- ¿Por qué no me lo habías contado? pregunté yo, entre la emoción, sorpresa y el horror.
- Pensaba contártelo, justo el día del incendio.
De repente, me entró una nostalgia terrible, que no supe identificar de qué. Irene, al ver mi cara, se disculpó:
- Lo siento Sandra. ¿Te hace mucho daño pensar en ese día?
- No me hace daño pensar en ese día Irene. Me hace daño pensar que os he dejado solos, que ya no os volveré a ver más... y sobre todo me duele pensar en mi madre. ¿Sabes? Desde que ocurrió esto, no he podido entrar en mi casa, ni siquiera para ver a mi familia. Me imagino a mis padres, a mi hermana....
Y en ese momento, no pude contenerme más. Arranqué a llorar. Estuve así durante un largo rato e Irene, aguantó todo el rato hasta que me tranquilicé un poco. Después, me empezó a hablar con voz tranquila.
- ¿No has visitado a ningún familiar tuyo? Entonces no te habrás enterado de lo que ha sucedido.
- ¿Qué es lo que ha pasado? dije en susurros y con voz temblorosa.
- Tu padre. Hace dos días tuvo un accidente de coche y ha entrado en un coma. Lo único que hace es pronunciar tu nombre, y tu madre está destrozada porque no quiere perderle a él también.
En ese momento no sabía como actuar, ni como contestar.Simplemente me alejé de Irene y salí de su casa como un vendaval, pero antes oí decir a Irene:
-Si me necesitas para hablar, o necesitas ayuda, ya sabes donde encontrarme. Para ti siempre voy a tener tiempo.
En ese momento pensé muy agradecida en Irene, de que siempre, ahora o antes, esté ahí para apoyarme, ya sea en lo bueno o en lo malo.
En ese momento, yo no sabía como actuar. Mi padre, había tenido un accidente de tráfico y lo único que hacía era pronunciar mi nombre. Tenía muchísimas ganas de ir al hospital, pero no me sentía con valor para ver a mis padres, mi madre destrozada por el dolor, y mi padre en una camilla con un coma, del que no se sabía si iba a salir. Fui recorriendo todas las calles, sin darme cuenta de por dónde iba ni cuál era mi destino, cuando me acordé de mi sitio favorito. Era una columna con una farola. Para mí es un sitio especial, porque fue donde conocí al chico que me gusta..., y me sigue gustando.
Seguí caminando hasta allí, con la misma pena en el cuerpo. Nadie se había olvidado de mí, nadie había superado esta pérdida, y, si alguien lo hubiera superado, yo no conocía a nadie. Yo no sabía que fuera tan importante para mi familia y amigos, de verdad, era la menos dotada, la menos guapa, la menos trabajadora... y sin embargo era la favorita de todos. Cuando llegué a la farola, me dí una sorpresa, allí estaba él, sólo llorando. Me acerqué a él, con cuidado, porque una cosa había aprendido, cuando las personas están sensibles, son más propensas a sentir cosas sobrenaturales como yo, un espíritu. Cuando estaba cerca de él, pude escuchar lo que decía. Estaba hablando por el móvil:
- Pero... ¿Cómo te puedo ayudar yo? Sí ya lo sé, ella estaba enamorada de mí, y yo lo estaba de ella pero en serio, no sé cómo puedo ayudarte.
En ese momento, me dió un vuelco al corazón. Víctor, también estaba enamorado de mí, aunque ahora ya no se podía hacer nada, pero el solo hecho de saberlo es una alegría para mí. Seguí escuchando con atención:
- De acuerdo, a las cinco en tu casa. Hasta luego Irene.
¿Irene? ¿Mi amiga Irene? ¿Qué hacía Irene hablando con Víctor? Me acerqué a él, y le dí un ligero beso en la mejilla. El tuvo que sentir algo, porque se llevó la mano hacia allí.
-Luego voy a ir a verte, Víctor -le dije en un susurro, aún sabiendo que no podía oírme-
Fue en ese momento, cuando ví una cara, una cara que me sonaba muchísimo y no sabía de qué. Me le quedé mirando durante un largo rato, pero luego recordé que mi destino en ese momento era la casa de Irene, necesitaba hablar con ella urgentemente y hacerla unas cuantas preguntas.
El trayecto hacia su casa, le hice mas calmada que antes. Estaba tan sumida en mis pensamientos, que casi me paso la casa de mi amiga. Como era un espíritu, entré directamente, traspasando la puerta, y cuando entré en el vestíbulo, la llamé.
-¿Irene? ¿Estás en casa? pregunté.
-Si Sandra, pasa, estoy en mi habitación, me dijo ella.
Fuí con cuidado hasta la habitación, pues tenía un mal presentimiento.
-Irene, necesito hablar y hacerte unas preguntas sob... empecé yo.
-Calla, calla -me dijo ella- me parece que acabo de descubrir algo.
- ¿De qué se trata? si puede saberse... -pregunté.
-Sandra, es muy importante que hagas memoria, y que me contestes correctamente ¿Vale?
-Sí, dije yo sin saber muy bien donde quería ir a parar.
- Tu falleciste en el hospital, pues te consiguieron rescatar de entre los escombros. Estuvistes bien dos días, luego entraste en coma y ya no saliste más ¿No?
- Correcto, afirmé yo, con una mueca de dolor en la cara, pues todavía me dolía recordar ese día.
-¿Hicistes algún juramento,alguna promesa, algo, sobre descubrir quién provocó el incendio y que hizo que tuvieras que estar en el hospital sin poder moverte? me preguntó ella, con una seriedad increíble que no le había visto nunca.
- No que yo recuerde, ¿Por qué?
- Porque, en el diario que me dejó mi abuela, dice que los espíritus, se quedan en la tierra porque están ligados a algo o porque hicieron alguna promesa que...
- Me estoy acordando de una cosa - la corté yo- si no recuerdo mal, yo tenía respiración artificial ¿no? Es que la noche que entré en coma, recuerdo que entró un tipo al que no conocía de nada, que se acercó a la máquina y tocó algún cable. A la hora o así, yo podía observarme desde el techo, flotando, lo que me demostró que me había muerto, pero hasta ahora no le dí demasiada importancia, pues pensé que era un médico o un enfermero, y como ninguno hablaba ni decía nada le quité importancia.
- ¿Y ESO LO DICES AHORA? - me dijo ella bastante furiosa- Eso tiene muchísima importancia, es relevante, pues puede explicar muchas cosas, como la de por qué estaba desenchufado el cable de la respiración artificial - me explicó ella casi sin aire-
En ese momento llamaron a la puerta. Era Víctor.
- Pasa, pasa Víctor. Ven pasemos al salón. -dijo Irene muy servicial.
Yo me quedé con la boca abierta de par en par y con ojos de borrego, embelesada mirando a Víctor, hasta que ví la cara de Irene, y supe por su expresión,que se disponía a decirle una cosa importante.
-Escúchame atentamente antes de tomarme por loca o juzgarme de cualquier manera ¿Vale? -pidió Irene con voz suplicante- Esto es bastante difícil para mí, pues es un secreto que tengo guardado desde hace tiempo, y solo una persona lo sabe.
-¿ Por qué tendría que tomarte por loca? -preguntó el, asombrado.
- Tú escucha y después me dirás. Puedo ver fantasmas, es un “don” que heredé de mi abuela materna, que lleva en nuestra sangre desde hace muchos siglos. Te cuento esto, porque tu tienes un papel muy importante en esta historia. Hace algunos días, me encontré con el espíritu de Sandra, y estuvimos hablando.
-Sandra, ¿Está aquí? -preguntó él, de repente, con una nota de alegría en su voz.
- ¿Me vas a dejar terminar? Estuvimos hablando, y me estuvo explicando, que durante todo este tiempo, ha estado velando por todos nosotros, pero que no ha sido capaz de volver a su casa, por la nostalgia que siente.
-¿Y que tengo que ver yo en todo esto?
- Tu, eras una de las personas a las que Sandra más quería. ¿Has sentido algún aire muy frío alrededor de tí en todo este tiempo?
-Sí. Todos los días desde la muerte de Sandra. Irene, la echo mucho de menos. Echo de menos su sonrisa, sus ojos, esa manera que tenía de mirarme cuando creía que yo no la miraba... Créeme, la echo muchísimo de menos. El día del incendio, me iba a armar de valor para declararme a ella, pero, no sé por qué, el destino siempre me tiene preparado lo peor.
-¿Por qué dices eso?- le preguntó Irene
-Pues porque es la verdad. No sé cómo lo hago, pero siempre que quiero hacer algo me sale mal.
-Víctor, no te preocupes porque esto no ha sido culpa tuya. Más bien creo que ha sido intencionado.
-¿Quééé? -saltó él. -¿Cómo que intencionado? -dijo él, muy sorprendido- ¿Me estás diciendo que alguien mató a Sandra? Lo siento mucho Irene, pero me cuesta mucho creerte. ¿Quién iba a querer matar a Sandra? Era una persona que nunca se metía con nadie, tímida...
-Ya, hasta ahí coincidimos Víctor, pero, ¿No te has fijado nunca, en que sabíamos todo sobre ella, pero que siempre había una parte de su pasado que evitaba contar? Y créeme por más que insistí, no conseguí convencerla para que me lo contara, y me juró, que no se lo contaría a nadie, que se llevaría esa parte de su vida a la tumba. Y tal y como era su deseo, lo ha conseguido...- explicó Irene, con lágrimas en los ojos.
- Venga Irene, no puedes derrumbarte ahora,-dijo Víctor- Pero haber, explícame otra vez lo de ese don tuyo. Se supone que si puedes ver espíritus y has hablado con Sandra, podemos preguntarle cuál es la parte de su pasado que nos quería ocultar.
- Qué crees, ¿Que si no nos lo ha contando antes nos lo va a contar ahora? -dijo Irene escéptica-.
-Pues sí, porque antes se supone que no tenía ningún motivo para contarlo pero ahora estamos intentado averiguar quién pudo haberla.... ya sabes.... matado - dijo Víctor, con una nota de preocupación en su voz-
- Ojalá fuera tan sencillo, pero Sandra es el ser más cabezota que hay sobre la faz de la tierra, y aunque sea para averiguar por qué la hicieron eso, si no lo dijo en vida, no sé qué te hace pensar que lo va a decir ahora Víctor - opinó Irene-
- Irene, ¿me has dicho que puedes hablar con los espíritus no?
-Sí - contestó Irene-
-Entonces, ¿Por qué no intentamos convencerla entre los dos de que nos cuente lo que quiere ocultar de su pasado? -explicó Víctor, con una alegría renovada-
-No sé, no sé... Conozco muy bien a Sandra y no creo que se deje convencer así por las buenas, pero, conozco a alguien con los que sí que podemos hablar - dijo Irene, pensativa-
-¿Con quién? -preguntó Víctor, con curiosidad-
-Con sus padres. Ellos nos lo pueden contar todo, pero no les diremos toda la verdad, pues si le decimos “mi pequeño secreto” estoy segura de que no nos lo van a contar -dijo Irene, ya con un plan en la cabeza-
-¿Y qué les diremos para que nos cuenten la historia? -preguntó Víctor-
-Estoy en ello Víctor, estoy en ello... -dijo Irene-
                                                                                                  
                                                                                                       ♪ Arumi & Alaia ♪

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